Seguro que os acordáis de aquellos años de plomo en los foros, en lo que el cambio de paradigma ruedístico infló de ojos morados los avatares de cientos de enduretas, que se daban guantazos a mano abierta discutiendo dónde residía el veradero Santo Grial de las ruedas: si en las ruedas grandes de 29 recién metidas en los catálogos, en las ruedas de 26 de toda la vida, o en las 27.5, conocidas como las «ni fu ni fa wheels».
Otro día repasaremos los antológicos ríos de tinta que se escribieron en aquella verdadera guerra incivil biker.
El caso es que a mí, que no me suelo alinear bajo ninguna sigla ni religión, me dio que pensar todo aquello. «El rollo este de las 26, 27’5 ó 29 debe tener su propio origen», mascullaba a mis adentros.
Y es que todas las cosas tienen un porqué: el guarrazo del sábado fue minino por mi falta de talento, y porque la geología puso más caliza donde no debía. Así que el origen de las 29 también debía tener un principio razonado. Sin duda, debió haber salido de alguna mente inquieta, pues me negaba a pensar que el marketing fuese a actuar de nuevo como el Ojo de Sauron.
Suelo guardar revistas panfletarias del siglo pasado. Mi mujer, cuando me ve estirado en el sofá me suele decir «¿otra revista de bicis?«, al detectar una portada que no le suena. Y yo le digo echando un ojo al lomo de la revista, «sí, en noviembre de 1999 era toda una revolución la Marzocchi SuperT«. Dicho lo cual me suele dar por imposible una vez más.
Pues en una de esas revisiones para coger sueño para la siesta estaba, cuando de repente los ojos no pudieron abrirse más. Como una revelación en mitad del desierto, una vez más, el más grande entre los grandes Xavi Fané, había dado en el clavo, el origen tempestuoso de las 29er lo tenía allí, en aquellas dos páginas semiocultas entre tanta propaganda.
Aquel día no dormí la siesta, claro. Pero a cambio supe que lejos de las modas, lejos de las fotos anzuelo, lejos de los comentarios despectivos o alabantes de las ruedas grandes, había un porqué.
Wes Williams no sale en las portadas de Singletrack, ni condiciona a Mavic, ni se tinta el pelo con extravagancias como otros gurús del mundillo como SuperFisherMan. Sin embargo, el tal Williams es un genio. Un jodido genio adelantado a su tiempo. Wes empezó montando a caballo para terminar dando pedales, mucho menos glamuroso aunque igual o más caro que ir en bici. A los años, cayó en el poco oxigenado ambiente de Crested Butte gracias a su madre, como podía haber caído en un pueblo mormón de Utah, pero no, este soldador fue a parar al mismo pueblo que Fané.
El año 2000, al no haberse terminado el mundo, ni haberse vuelto locos los ordenadores occidentales, necesitaba un cambio en el nuevo orden mundial. Y vaya que si lo tuvo: Wes Williams seguía entre birra y birra de New Belgium tratando de convencer a los inventores de las klunkers, que las 29er eran lo mejor para el negocio de las ruedas gordas.
Supongo que le mirarían con gesto torcido, supongo que le dirían al camarero que no le sirviera más pintas, pero algo les calaría de todo lo que les había dicho el personaje.
Y Wes siguió contando su verdad, siguió pregonando a los cuatro vientos desde su taller de Crested Butte, que lo que nosotros llevamos entre las piernas no son más que bicis de niños, que en realidad la bici, el elemento de transporte fundamental para los yankis a principios del siglo XX, tenían en origen ruedas de 28″ y sí, también algunas de 26″, pero éstas se reservaban a los más pequeños. Estalló la Primera Guerra Mundial y con ella el aumento de la demanda de acero, que mandó a las fundiciones a miles de cuadros de inocentes bicis. La demanda fue tan brutal, que arrasó casi por completo el parque ciclista americano.
Para acabar de arreglarlo, por lo visto un tal Henry Ford se encargó de fastidiarle el tema a los pedales, a base de nuevos artilugios que subían las cuestas solos. La bici quedó casi en el olvido con el aumento del poder adquisitivo del americano medio, y con el segundo conflicto mundial, se acabaron por exterminar las ruedas de 28. Tan solo los niños, con sus bicis de 26, seguían llenándose de barro hasta las orejas.
Un iluminado, Frank Schwinn y otro tipo, de cuyo nombre no me acuerdo, se pusieron manos a la obra montando las primeras fat tire, y luego llegaron los fumetas de Marin County para acabar de hacer el resto, modificando las burras del padre moderno del biciclismo montañés. Quizá los petas no permitieron recordar a Fisher, Breeze y compañía, que aquellas medidas eran de niñato, y no de hombres, el caso es que la producción de mtb’s empezó con tamaño infantil.
Aquello fue lo que le dijo Wes a Xavi, y este nos lo adelantó a los españolitos hace más de 15 años. Williams ya construía por aquellos tiempos en serie limitada cuadros artesanales para 29″, una pulgada más que las bicis de antes de la guerra.
«Menuda bobada y menuda pinta fea que tienen esas bicis de ruedas tan grandes«, pensamos el primer momento en que vimos una. Ahora son un fijo en la quiniela, pero lo que quizá muchos no saben es que ¡por fin!, montan en una bici de mayores.
Ahora que lo pienso, creo que debí echarme la siesta aquella tarde. ¡Mala manía de no reciclar revistas!.
26ers’ll never die! 🤘
Real como la brida misma!
Las BMX de 20″ de finales de los 70 también tiraron a la baja para que las mtb’s comerciales de los 80 (ya sabéis el rollete de Mike Sinyard Stumpjumper el Ford T de las mtb blablabla) se encuadran en el diámetro de 26″… Pero en Europa ya había ciclismo con ruedas de 29″ (y bujes con marchas) en Pirineos y Alpes franceses a principios del siglo XX. Realmente era mountain bike porque con las carreteras tan malas que había 🙂
Buen aporte Sergio! Qué sabemos de esas 29 europeas de principios del XX? Cuéntate algo más 😉 👌
Pues gracias por la confi… algo estuve hociqueando con vistas a confirmar si realmente fueron los yankees los descubridores del BTT . Y por lo que se parece ser que esto es como las modas que van y vuelven y para los que nacimos en la segunda mitad del siglo XX efectivamente nos han vendido que los pioneros de BTT fueron los hippies con vaqueros que bajaban el repack con las clunkler pero parece ser que tras la aparición de las safety bikes y los bujes con marchas a comienzos del 1900 ya había algún friki que se le ocurrió surcar las carreteras de Alpes y Pirineos (imaginaros que tenían rango de pistas pedregosas es decir BTT del bueno) con aquellas bicis si… de 29 pulgadas.
Con la bici siempre se partió la pana, eso está claro. Y el diámetro de la rueda siempre fue más grande que las 26 pulgadas.
Hubo incluso compañías ciclistas en la Primera Guerra Mundial.
http://www.bromontbiking.com/blog/las-bicicletas-de-la-gran-guerra.html/amp
Pero habría que ver lo que se cataloga como bici de montaña realmente, y ver si la intención era ser usada con motivo recreacional, y por la montaña claro.
En Europa no habido carreteras buenas hasta mediados de siglo 20 así que hacían bici de montaña sin saberlo…. aunque fueran con un triciclo o durante aquellos tours de Francia por pistas de tierra jajajaja. Ahora… qué máquina es mejor para ese uso:? 29″ con buje con marchas o single speed con palomillas y buje reversible de doble piñón? Hummm
No hubo otra cosa en la primera mitad del s. XX … no hasta que entro en escena el señor Tullio Campagnolo… Y «asin» seguimos con la boina cala de las piñoneras 😄